Actualmente, no basta con fichar, entregar proyectos o cumplir objetivos. En las grandes corporaciones del presente, cada vez gana más terreno un nuevo indicador: qué tan bien usas la inteligencia artificial en tu trabajo.
Durante los últimos meses, empresas como Microsoft y Google han empezado a rastrear activamente el uso de copilotos de IA entre sus empleados.
La lógica es clara: la adopción de estas herramientas ya no es una curiosidad experimental, sino un factor de productividad tan crucial que, en algunos casos, empieza a convertirse en criterio de evaluación del desempeño.
En la práctica, esto significa que un analista financiero, un diseñador o un ingeniero de software no solo serán medidos por lo que producen, sino también por cómo integran la IA en su día a día.
Los nuevos sistemas de vigilancia
El auge de herramientas como Worklytics, ActivTrak o Hubstaff revela el apetito corporativo por monitorear la actividad digital de los equipos.
Si antes servían para contabilizar clics o tiempo en pantalla, hoy se ajustan para algo más sofisticado: medir cuánto se usa ChatGPT, GitHub Copilot o Teams Copilot dentro del flujo de trabajo real.
Los dashboards internos pueden mostrar quién adopta la IA con entusiasmo, quién apenas la roza y quién la evita por completo. Para los departamentos de Recursos Humanos, estos datos abren tanto oportunidades como dilemas: ¿cómo incentivar la adopción sin caer en una cultura de vigilancia que erosione la confianza?
El caso Microsoft y la voz de GitHub
Una de las señales más claras de esta tendencia vino de un memo interno de Microsoft, donde se sugería que la evaluación de empleados podía considerar su relación con la IA.
Lejos de desatar polémica, la iniciativa recibió un espaldarazo inesperado: Thomas Dohmke, CEO de GitHub, declaró que este tipo de prácticas son “totalmente justas”. En su visión, no se trata de cuántas veces se abre un copiloto, sino de la mentalidad que demuestra el trabajador al aprender, experimentar y adoptar nuevas tecnologías.
Este enfoque desplaza la métrica tradicional hacia un terreno más complejo: la cultura de aprendizaje. El empleado ideal ya no es solo competente en lo técnico, sino capaz de co-crear con IA, integrar prompts y traducirlos en valor de negocio.
El rol heróico (y vulnerable) de RRHH
En este contexto, Recursos Humanos enfrenta uno de sus mayores desafíos en décadas. Ya no basta con administrar nóminas, retención y beneficios: ahora deben diseñar políticas de IA, establecer métricas claras de adopción y definir qué significa usar la IA “con calidad”.
El dilema es delicado. Si se mide demasiado, los empleados pueden sentir que son vigilados como si estuvieran bajo un panóptico digital. Si se mide demasiado poco, las empresas corren el riesgo de quedarse rezagadas frente a competidores que integran la IA de manera más sistemática.
En el centro de esta tensión, RRHH tiene la responsabilidad de:
El trasfondo de esta tendencia es más amplio: las métricas de productividad del siglo XX están muriendo. En su lugar, surge una cultura en la que la agilidad para integrar nuevas herramientas puede pesar más que la mera eficiencia operativa.
Los trabajadores que adopten IA con criterio se convierten en embajadores de la transformación digital. Los que no lo hagan —ya sea por resistencia, miedo o falta de apoyo— pueden quedar marginados, no solo en su empresa, sino en el mercado laboral en general.
Hacia dónde vamos
La pregunta que queda en el aire es si esta nueva forma de evaluación se convertirá en estándar o en una moda pasajera. Pero la tendencia parece imparable: la IA ya no es un recurso opcional, es un lenguaje corporativo que todos tendrán que hablar.
Para el ecosistema de HRTech, esto abre una ventana estratégica: soluciones que permitan a las empresas medir, capacitar y acompañar la adopción de IA sin sacrificar confianza, ética ni cultura organizacional. Como SuperCompany-
Porque al final, más que vigilar, se trata de enseñar a trabajar con la IA como compañera invisible, no como látigo de productividad.
Guillermo Farías
I aim to bridge the gap between achieving company goals and nurturing employee well-being, creating environments where success and satisfaction thrive in harmony.