La Casa Blanca presentó en julio de 2025 su ambicioso “America’s AI Action Plan”, con 90 iniciativas en tres frentes clave: acelerar la innovación sin frenos regulatorios, construir infraestructura masiva de IA y consolidarse como referente global en seguridad y diplomacia tecnológica.
En paralelo, la Administración de Servicios Generales (GSA) lanzó USAi, una plataforma segura de IA que permite a agencias federales probar chatbots, resúmenes y generación de código sin costo, alineada con los estándares de seguridad.
No obstante, existe una tensión real: mientras se recortan fondos en investigación científica (como NIH o NSF), crece el riesgo de romper la cadena de innovación y vaciar el talento que desde hace años construye la base tecnológica norteamericana.
Desde Pekín, la estrategia es distinta: en lugar de presionar hacia IA general, se busca construir un ecosistema regulado y eficiente. El país establece metas claras: lograr que el 70 % de la población use IA para 2027 y alcanzar el 90 % en 2030, pavimentando un camino hacia una “sociedad inteligente” total para 2035.
En lo operativo, China descartó la competencia caótica entre provincias y estableció que el programa de IA se oriente por sus fortalezas locales, evitando duplicaciones y fomentando innovación ordenada.
Además, se promueve la gobernanza global de IA, con un plan de cooperación internacional presentado en la World AI Conference y respaldado por normas activas de seguridad en productos y etiquetados obligatorios en plataformas como WeChat.
RH puede liderar con visión y gobernanza, o quedarse atrás en el ruido de una corrida geopolítica. Quienes tengan trazabilidad, políticas claras y cultura proactiva se aseguran un rol estratégico. Los que no, verán cómo otros estructuran su futuro sin consultarlos.
Guillermo Farías
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